Nace enero desde el lirio…

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I

 

Nace enero desde el lirio

blanco araña la sombra del giro más tirano.

 

II

 

Hemos de retirar lo minúsculo en el vástago,

sobrevivir a un invierno sin término.

Precipitaciones intensas en el cielo de cobalto.

Boca del Orinoco, bajo Caroní.

 

III

Se abre el gris incoloro en la desgarradura lineal del horizonte

donde las losas se cubren de charco.

 

IV

 

Solemne el miedo en las lindes de las gargantas.

No hay preguntas ni respuestas a la fatiga que mana:

el vaho del sol de azufre ha desaparecido

como el pan en la mesa,

el hijo en la madre

(la que vibra ante su marcha).

 

V

 

Él cruza montañas enteras abrazando la silueta del rayo,

ve la ruta, la esfera, las torres, los árboles

para hallar su propio trino.

¿Quién derriba la vista de su norte?

 

VI

 

¿Dónde depositar la vigilia? ¿El viejo domicilio?

¡Tierra breve apagada por sed!

¡Tierra deshilachada que ensarta mis pies!

 

VII

 

Columnas de fuego han caído, como una ola en orilla.

Húmedo es el techo que cubre los remansos ojos.

 

VIII

 

¿Quién señala a los desterrados?

¿Dónde plantar el nuevo jardín?

¿Dónde es la tierra tierra que fructifica?

 

IX

¡Nunca hubiera visto delante del viento tan fragantes lirios!

¡Tierra henchida apostada de rodillas!

 

X

Del torrente

de la salmuera

has de beber.

 

 

© Natalia Lara

(Venezuela)

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Foto: Masao Yamamoto
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